domingo, 15 de marzo de 2015

‘Palabras moribundas’ que quizá no oigas nunca más



 ‘Palabras moribundas’ que quizá no oigas nunca más
Por Mar Abad ( @marabad )
Las palabras están sujetas al efecto plastilina. Van cambiando con el uso y dependen de las manos en las que caigan. La utilización determina si un término es común o es raro, si está de moda o tiene los días contados. Vocablos como pocholo, guateque, enagua o aviador inundaron conversaciones de otras épocas. Hoy, en cambio, agonizan.
Son “palabras moribundas”. Términos que se dejaron de usar y que están en peligro de muerte. La especialista en geolingüística y dialectología Pilar G. Mouton lleva más de 15 años investigando y, de algún modo, rescatando vocablos que están cayendo en el olvido. No es nada trágico. Está en la propia naturaleza de la lengua. Nacer, morir, evolucionar y a veces, incluso, resucitar.
“Muchas palabras mueren porque desaparecen las cosas que representan”, explica la investigadora del CSIC. “De esto ya hablaron los lingüistas alemanes hace mucho tiempo. Estudiaban las palabras y las cosas. Es un trabajo de geografía lingüística. Esto ocurre, por ejemplo, con palabras relacionadas con la siembra, la cosecha y sus ritos. La desaparición de esta actividad supone la pérdida de los instrumentos utilizados en la siembra y sus ritos asociados”.
Quedan fuera de la lengua palabras centenarias y términos que tuvieron una vida muy breve. Tan corta que cuando las admite la RAE ya se han dejado de usar. Eso ocurrió con pocholo, por ejemplo. “Era una palabra moderna y cuando la incluyeron en el diccionario ya resultaba antigua”.

jueves, 5 de marzo de 2015

La palabra más libre Emilio Lledó 22 NOV 2008

Pienso que una de las muchas tareas para una educación renovadora es, precisamente, el encuentro con la lectura, con la imaginación y con ese inabarcable mundo de afectos y sentimientos que la poesía despierta. Una poesía que nos enseña a mirar en las palabras, en su esencial liberación de otros compromisos que no sea puro lenguaje, pura significatividad, puro amor a las cosas y a sus sentidos. Somos lo que entendemos, lo que hablamos, pero también -y no sé si sobre todo- lo que amamos. La lectura de la poesía, hacer que afloren a los labios de los alumnos las palabras de los poetas y que se abran, así, a una forma originaria y viva del decir. Una función pedagógica enriquecedora sería el hacer que nuestros jóvenes estudiantes en la escuela aprendiesen a decirse la poesía, a pronunciar con esas palabras los sentimientos que nos alejan del dominio de la pragmacia y la tecnología imperante. Una forma de educación que se escapa de la destreza de los teclados, de los destellos que ofuscan millones de pantallas y que, en última instancia, compensaría el chisporroteado predominio.
Lenguaje de la economía y la miseria, del engaño y la corrupción, de la indecencia y de los defensores de la desmemoria para amparar cualquier vileza del presente con la impunidad de que nunca será recordado. En la elegía Pan y vino Hölderlin, en palabras citadas en múltiples contextos, se preguntaba: ¿Para qué poetas en tiempos de crisis? Pues para eso, precisamente para eso. Para evitar que en "épocas de miseria ocupen su lugar los timadores, los farsantes, los hechiceros, los fanáticos y otras criaturas del submundo intelectual". -
 http://elpais.com/diario/2008/11/22/babelia/1227314352_850215.html