Javier Izcue (Pamplona, 1965) profesor y escritor con varios poemarios y
cuentos para niños recoge en este libro la perplejidad de una niña ante
la siempre maravillosa Venecia: el vuelo en avión, la llegada a la
ciudad de agua, la Plaza San Marcos, los canales, las góndolas, los
palacios misteriosos, las iglesias, el turismo… toda la magia de esta
«viejita», «bonita», «mojada», «salada»… la magia de una ciudad
siempre amenazada y siempre maravillosa.
sábado, 31 de mayo de 2014
Amaranta en Venecia
Poemario con 23 poemas infantiles, de diversos temas, en verso libre,
con ilustraciones a todo color, que reflejan el viaje de una niña a
Venecia. Este libro ha obtenido el VI Premio de Poesía para Niños «El
Príncipe Preguntón».
jueves, 29 de mayo de 2014
Por aquellos días los niños viajábamos muy poco y la realidad de nuestro entorno ofrecía escasas emociones.
Por
aquellos días los niños viajábamos muy poco y la realidad de nuestro entorno
ofrecía escasas emociones. Yo creo que, hasta los once o doce años, no me había
alejado de Madrid más de de ochenta kilómetros, Ni desde luego había visto el
mar, ni por supuesto había vivido una
verdadera aventura. Pero los chavales de entonces teníamos otra forma de viajar
y apasionarnos con la existencia: la imaginación.
En
la acera de enfrente de la casa madrileña donde nací, en el número 20 de la
calle Joaquín María López, había una pequeñita tienda, junto a una carbonería,
que guardaba lo que varios de mis amigos y yo considerábamos los mejores
tesoros. Era un comercio estrecho y profundo, sin ventanas al exterior. A la
entrada se vendían golosinas, y el resto de la oferta la constituían los
maravillosos tebeos. Muy viejos casi todos, por lo general gastadísimos, a
punto de desencuadernarse la mayoría, incluso algunos con una buena parte de
sus hojas comidas por las polillas. El dueño, que se sentaba al fondo,
alumbrado por la mezquina luz de una bombilla de pocos vatios, era un hombre
grueso y silencioso que nos producía cierto temor. Casi nunca hablaba. Se
contentaba con gruñir cuando le cambiábamos nuestros tebeos usados por los
suyos, añadiendo unos céntimos de peseta. Me pregunto ahora cómo podían
sobrevivir muchas familias de la posguerra española con aquellos misérrimos
negocios.
A
bordo de los cuadernos de viñetas coloreadas navegué por los Mares del Sur y
entré en el corazón de las selvas amazónicas, busqué oro en las minas de Alaska
y tesoros en las sierras inaccesibles de los Andes, asalté carruajes al lado de
Dick Turpin y acabé con bandas de gángsteres malignos junto a Roberto Alcázar y
Pedrín, e incluso recorrí el espacio en la nave de Diego Valor, perseguido por
el pérfido Mekong, rey de los marcianos.
JAVIER
REVERTE
martes, 27 de mayo de 2014
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