domingo, 26 de octubre de 2014

Abecé diario

http://raulvacaspolo.blogspot.com.es/2012/04/abece-diario.html

Ya está en la calle un nuevo libro de poesía, Abecé diario, un proyecto que firmo junto a la ilustradora Elena Queralt, y está dedicado a los más pequeños.

Abecé diario es un inventario de letras y palabras, ordenadas alfabéticamente, que contienen en su interior un puñado de historias: los hechizos del amor, qué hace los domingos la mujer del presidente, lo breve que fue la vida de Fugaz, qué ocurrió con Don Gato tras resucitar con el olor de las sardinas, cómo se enamoraron el Conde Helado y Doña Comtessa, cómo fue la travesía que hizo una mamá en un barco de vapor, qué isla aparece y desaparece ante el único ojo de un temible pirata o cómo es la Prima Vera, entre otras.




Título Abecé diario / Autor Raúl Vacas / Ilustrador Elena Queralt / ADR, 67 / 64 páginas


Comentario
Abecé diario propone jugar con las letras y con las palabras, pero también encender o avivar el interés y el gusto por la poesía. Para ello es importante perderle el miedo y convertirla en un instrumento de aprendizaje y en un método de descubrimiento de las cosas.

Temas
Cada poema propone un tema distinto: la vida de algunos animales (urraca, mosca, vaca, pato), el ámbito familiar del niño (padre, madre, prima), su universo interior (sueños, canciones, recuerdos, cuentos populares) o la relación del niño con el lenguaje (un texto elaborado con palabras que empiezan con la misma letra, juegos con esdrújulas, poemas en los que se altera el orden de los versos o en los que se intercalan unas palabras en otras, un poema incompleto...).

Reflexiones
El libro está concebido para el trabajo en el aula. El profesor se encargará de explorar su interior, de revelar algunos trucos ocultos, de comentar con sus alumnos las sensaciones que le ofrece cada texto y de invitar a los niños y niñas a que jueguen a imitar determinadas estructuras.
Uno de los objetivos del libro es poner en relieve la importancia del juego con las palabras, pero también propiciar la lectura en voz alta y hacer hincapié en la musicalidad del lenguaje.

La Isla de las Palabras Perdidas

¿A dónde van las palabras que se pierden?¿A dónde van las palabras de las lenguas que mueren cada día cuando muere el último integrante de la pequeña tribu olvidada?

EVA VÁZQUEZ

A dónde van las palabras que se pierden?¿A dónde van las palabras de las lenguas que mueren cada día cuando muere el último integrante de la pequeña tribu olvidada que todavía hablaba esa lengua minoritaria, quizá extraña y recóndita, sin registro escrito, sin literatura impresa, solo oral?
 ¿A dónde van las palabras que se pierden en todas las lenguas? En castellano, en catalán, en gallego, en eusquera, en portugués, en nuestras lenguas peninsulares tan cercanas, las de cada día, pero también en otras muchas, en inglés, en francés, en alemán, en chino, en ruso… ¿A dónde van las palabras que no se utilizan, las que nadie pronuncia, las que no tienen quien las diga, las que duermen entre las páginas de los libros que nadie lee, las que ya no registran los repertorios?
Sin voz que las pronuncie ni texto que las imprima, expulsadas de los diccionarios por desusadas, parecen condenadas a desaparecer ¿Deben aceptar con resignación esa ley de vida que es la condena a muerte y en su caso el retorno a la nada sin tierra, a la nada del gran silencio inerte? O, por el contrario, ¿tienen que luchar para no morir y encontrar un lugar para cobijarse de la intemperie a la que han sido condenadas?
Los sociolingüistas aseguran que de un tiempo a esta parte no solo hablamos peor, sino que lo hacemos con un vocabulario más restringido, cada vez con menos palabras de manera que la mayoría sobran. Una situación tan grave las ha unido, decididas a no aceptarla. Aunque algunas son muy viejas han tratado de buscar juventud en su pasado y de recuperar sus alas. Las alas con que iban veloces de un lugar a otro, de una voz a otra, escapadas de los diccionarios donde se les permitía dormir cuando nadie las pronunciaba, descansar meses, años, lustros quizá o tan solo largas siestas si, libres de servicio, no las necesitábamos. Pero ahora, en los nuevos tiempos de ahorro y crisis los diccionarios han tenido que cumplir con el deber impuesto de controlar mucho más su espacio y se niegan a ofrecerles siquiera unas líneas donde reposar el maltrecho cuerpecillo de ancianas y pese a su edad, y a tantos beneficios prestados, son desahuciadas sin contemplaciones.
Gracias a su protesta, las palabras perdidas han conseguido, finalmente, que la comunidad internacional tome cartas en el asunto y las trate por lo menos igual que a las especies amenazadas de extinción, animales o vegetales, que necesitan ser protegidas para no desaparecer. Tras muchas reuniones y discusiones los mandatarios internacionales han accedido a sus peticiones y les han ofrecido un lugar. Una isla. La Isla de las Palabras Perdidas.
La Isla de las Palabras Perdidas era, hasta el pasado invierno, una tierra poco habitada, situada a cincuenta millas náuticas de Groenlandia, a la que pertenece. La UE ha llegado a un acuerdo de cesión con el gobierno groenlandés, previo pago anual de siete millones de coronas danesas, moneda de la República de Groenlandia, hoy independiente y antes territorio del reino de Dinamarca. La mitad de la isla, de apenas 5.000 kilómetros cuadrados, igual que Groenlandia, está cubierto de hielo, algo que ha sido tenido muy en cuenta por los expertos por si en algún momento las palabras necesitaran de los servicios de congelación.
A la Isla de las Palabras Perdidas ha sido ya desplazado un gran equipo técnico de expertos internacionales para comenzar los trabajos de recepción, documentación, almacenaje y preservación de las palabras. Las más inquietas ya han empezado a llegar, exhaustas, después de un larguísimo viaje, en el que han tenido que demostrar la enorme potencia de sus alas. Muchas han sido sometidas a los primeros cuidados y depositadas en compartimentos idiomáticos por jóvenes filólogos becados por la UE. Su trabajo consiste, en primer lugar, en el registro y la catalogación de las palabras perdidas según las lenguas, las filiaciones, los tipos, y sus morfologías -al parecer últimamente son muchos los adjetivos caídos en desgracia, en especial, cuantos implican matices-y en segundo lugar, en el cuidado de usarlas. Se encargan de utilizar muy bien las que les han tocado en suerte, empleándolas en sus conversaciones cotidianas, para que sigan con vida.
Una fuente a la que hemos tenido acceso, asegura que la UE ha llegado a un acuerdo con la Santa Sede, para que algunas órdenes religiosas, con bajo excedente de ingreso entre las filas que habrían de nutrir los enormes conventos despoblados, puedan realizar labores humanitarias en la Isla de las Palabras Perdidas y a la vez contribuir a la preservación del vocabulario religioso en extinción en buena parte del territorio europeo. Según me informan, se ha establecido contacto con las Esclavas de San José, Las Josefinas de la Santísima Trinidad, Las Misioneras de la Madre del Divino Pastor y Las Celadoras del Reino del Sagrado Corazón, entre otras.
Como solo durante el verano las aguas gélidas que rodean la Isla de las Palabras Perdidas se vuelven navegables, me gustaría acabar esta crónica con una petición: si usted sabe de alguna palabra en peligro de extinción, métala en una botella, rumbo a la Isla. Ahí van las coordenadas: 27º11'09'' S / 109º17'11'' W y deséele un viaje feliz. El mar de agosto es nuestro aliado.
Carme Riera es académica electa de la RAE. Su último libro son sus memorias Temps d’innocència (2013).













Apenas ve la tapa del Topito Birolo

Apenas ve la tapa del Topito Birolo, Juan —que todavía no aprendió a leer formalmente— le dice a Leo que está en la misma sintonía: "—Mirá a éste lo que le pasó, le cagaron la cabeza." Luego, se levantan y le piden a la maestra que se los lea. Pero ella está leyendo con otros nenes y les dice a Juan y a Leo que esperen. Entonces se vuelven a sus lugares y se ponen a pasar las páginas.
"—‘Topito’, ahí dice ‘topito’, ¿viste Leo? Y acá dice ‘cabeza’ porque tiene la z de zorro."
Y así siguen, conquistando la historia desde las imágenes. No están alfabetizados, pero van deteniéndose en cada ilustración cual detectives tratando de adivinar las palabras. De pronto se escucha el siguiente diálogo:
Juan: "¿La encontraste?"
Leo: "Todavía no, pero capaz que está al final. Sigamos leyendo."
Juan: "Va con la c de casa."
Leo: "Sí, y la c de casa se repite dos veces: caaaaaaaa... caaaaaaaaaaa..."
Como vemos, el texto suscita la adhesión inmediata por parte del lector pequeño. En consecuencia, uno podría postular que dicho efecto está dado por su carácter trasgresor, en cuanto a la complicidad de un lector que, de entrada, se identifica con el personaje. Sin negar esta variable —que sin duda es importante—, nos detendremos a analizar las razones por las que los niños vuelven una y otra vez a esta historia tan particular y, al mismo tiempo, tan sencilla. ¿Será solamente por la "caca" que Juan y Leo —que ahora están en Segundo de EGB pero que conocieron al topito en Preescolar—vuelven una y otra vez a este álbum? ¿Por qué en Dinamarca es uno de los libros favoritos de los niños? ¿Por qué la directora del Centro Comunitario de Pacheco lo incluyó en la biblioteca? Escudriñemos un poco y veremos que está contado con una simplicidad sospechosa, como si se burlara de gran parte de los libros para niños. Palabras sencillas, diminutivos, onomatopeyas con tipografía en imprenta mayúscula, animales que hablan, explicaciones aparentemente redundantes —casi pedagógicas—, repetición de escenarios y estructuras gramaticales que evocan el ritmo del lenguaje oral. ¿Cuál es entonces el secreto de este libro?
En lo inmediatamente observable vemos, por ejemplo, que los chicos se tapan la boca, levantan las cejas, abren los ojos y miran al adulto en señal de perplejidad. Reacciones que revelan que no es esperable que los adultos —sobre todo si son docentes— den a leer esta clase de libros. Y esto se asocia a una segunda causa por la que los chicos se quedan con este libro: el adulto pasa a ser un aliado que se suma al proyecto de lo festivo. Este tipo de contacto establece una nueva modalidad de las relaciones entre personas, opuesta a las relaciones jerarquizadas de todos los días. Cierta horizontalidad que se completa en la materialidad textual. Un encanto que consiste en desenmascarar la mediocridad de ciertas situaciones, como diría Bajtín (8), liberarnos de la visión de la cultura oficial. 
 http://www.imaginaria.com.ar/16/7/topito-birolo.htm